Todos nos
quedamos un poco tristes y desilusionados porque la diversión se había acabado
de repente… Sin embargo en nuestras mentes se repetía una pregunta: ¿Qué era eso
verde que se nos acercaba? ¿Quién venía hacia nosotros?
De camino a
clase, volviendo de la biblioteca, un alumno se me acercó y muy despacito me
dijo: “Seño, yo creo que sé qué era esa cosa”. Mis ojos se abrieron como
platos, bajé mis oídos a su altura y le dije: “¿¿Qué??” Entonces el me dijo:
“EL GUSANO LECTOR”. ¡Es verdad! ¿Cómo no habíamos caído? Comparte cada día con
nosotros, lo tenemos siempre en clase y no quería perderse nuestra aventura.
Cuando llegamos
a clase todos le miramos y ahí estaba, pegado en los armarios, quieto y
tranquilo. ¿Cómo podíamos regresar a aquel sitio mágico?
Pensé que cuando
para mí la caja sólo era una caja las cosas habían cambiado al recordar mis
libros de lectura de pequeña. Quizá si todos cogíamos un libro algo pasaría… ¡Y
probamos! Hicimos un gran círculo en el suelo, cada niño cogió su libro y lo
sostuvo entre sus manos como algo realmente valioso, como algo importante para
ellos…
Enseguida todo
empezó a brillar a nuestro alrededor y aparecieron aquellas luces de colores. Nuestro
amigo, el Gusano Lector se deslizó por la pared hasta llegar a nuestro círculo.
¡Cuánto silencio! Nadie se atrevía a decir nada. Tuve que ser valiente y
dirigirme al Gusano: “Hola. Soy Laura, la “seño” de este grupo de niños y niñas
tan agradables que ves aquí.” Y él me respondió que ya nos conocía, que sabía
muchas cosas de nosotros, sobre todo sobre nuestra forma de leer: si leemos por
obligación, si leemos porque nos divierte, si leemos con la tele encendida, si
leemos sin que nada nos moleste, si leemos en la cocina, si leemos en la cama,
si leemos bajo un árbol, si nos gustan los libros de misterio, o los de
aventuras y muchas cosas más.
Nos explicó que
el sitio donde estábamos sólo existía en nuestra mente. Era un mundo mágico
llamado Lecturilandia, al que sólo podían llegar los que se dejaban llevar por
el encanto de la lectura. En ese mundo vivían todos los personajes de los
cuentos, y cada niño tenía el poder de verlos cómo él quisiera, pues en su
mente cada uno se imagina las cosas de manera diferente al otro.
Entonces mis
niños empezaron a relajarse y a hacer preguntas para saber muchas cosas sobre
Lecturilandia, ¡estaban encantados! Habían viajado a un lugar donde sólo unos
cuantos son capaces de llegar. Y ellos por ser magníficos lectores allí
estaban. ¡Genial!
El gusano Lector
les explicó que para estar en contacto tendrían como un billete especial para
viajar. Consistía en un marcapáginas que no podía separarse del libro de
lectura, en el que los alumnos tendrían que apuntar las páginas que leen cada
día, ¡y debían leer todos los días para poder seguir gozando de aquel
privilegio! Además podrían apuntar palabras nuevas que fueran encontrando por
los rincones de Lecturilandia y así se las enseñarían al resto de compañeros.
Pero eso no era
todo… Con cada libro leído, los pequeños lectores debían pasar una prueba que
el gusano Lector guardaba en sus bolsillos. Si el niño, al finalizar su
libro, demostraba en cada una de las
diferentes pruebas que tenía la contraseña para permanecer para siempre en
aquel sitio mágico llamado Lecturilandia, nunca se marcharía de allí.
Enseguida
quisieron saber de qué contraseña se trataba. El gusano Lector nos contó que
era una combinación entre: IMAGINACIÓN, MAGIA, CREATIVIDAD, SENSIBILIDAD y
muchas muchas ganas de DISFRUTAR.
No importa la
edad que tengas, seas niño o adulto, si un día descubriste ese maravilloso
lugar dentro de ti, podrás volver a él cuando quieras.
Y estas son
algunas de las pruebas que el gusano Lector guarda en sus bolsillos y pone a mis niños cada vez que
terminan un libro:
1. Inventa el planning de una semana del protagonista del libro, teniendo en cuenta su estilo de vida .
2. Escribe una carta al protagonista para contarle qué hubieras hecho si hubieras estado en su lugar en algún momento del libro.
3. Imagina que has escuchado a dos personajes del libro hablando en secreto sobre algo que ha ocurrido en el libro y tú se lo cuentas a tu diario con pelos y señales.
Cada libro leído los alumnos realizan un "proyecto" diferente. Dentro de las funditas que habéis visto en las imágenes de arriba están las plantillas para que los realicen. Ellos se van sirviendo según su ritmo de lectura. Además cogen un marcapáginas nuevo cada vez que cogen libro nuevo.
Personalmente,
no soy partidaria de la típica ficha resumen para realizar al final de la
lectura. Considero que si queremos que el alumno escriba, hay otras técnicas
más atractivas. Y si lo que queremos es saber si ha entendido lo que ha leído e
incluso si ha leído el libro, también podemos recurrir a otros recursos.
Mi
idea es motivarlos a leer, que disfruten y les guste.
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